Cuando nació mi
hija, me he permitido dedicar dos años íntegros a ella, para conocerla,
aprender a cuidarla y a estar más con la princesa de la casa. Creo que he
aprendido más con ella que ella conmigo. Una de las cosas que he aprendido con
ella fue valorar las pequeñas cosas y momentos que a veces no
olvidamos de su importancia. Uno de ellos, fue la de recibir con gran alegría
la llegada de una persona querida. Cuando su padre volvía del trabajo,
solo de escuchar su voz, mi pequeña empezaba a mover sus piernas, sus brazos, y
a chillar tanto que se le caía la baba. Era emocionante!!!!!
Ahora, ya bastante mayor, ella sigue haciéndolo, pero
de otra forma. Cuando llega a casa, y no está su padre, ella siempre me
pregunta dónde está él. Ahora somos nosotros los que nos preguntamos dónde está
ella. Somos nosotros que nos emocionamos (sin gritos ni babas, claro) cuando
ella llega a casa, contándonos su jornada, sus cositas...
Que lindo es el reencuentro, los abrazos, los besos, el calor de las
sonrisas, qué bonito es la sencillez del cariño... y todos los
sentimientos que no se transmiten solo con palabras... Al ver este vídeo,
confieso que casi me salta una lagrimita de emoción. No he podido evitar
la sonrisa ni echar de menos a una etapa tan dulce y hermosa de mi bebé.
Si quieres sentir esta ternura, mira este vídeo, y ya verás que te traerá
buenos recuerdos de los encuentros de tu bebé con su papá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario