Comer alimentos nuevos es algo
que el bebé tendrá que aprender, si bien algunos sabores le podrán ser un poco
familiares porque los experimentaron por medio de la leche materna, comer los
alimentos sólidos no sólo les dará un sabor más intenso sino que también la
consistencia será totalmente diferente, lo cual necesitará que el bebé mastique
en vez de succionar.
Normalmente, los bebés muestran
desagrado al darle la primer cucharadita de papilla, este gesto no
necesariamente significa que no le guste la comida sino que no reconoce ese
tipo de alimento; por lo que se activará su instinto de defensa (neofobia), que
consiste en rechazar el alimento nuevo. Ante esta reacción, debe insistir en la
alimentación (lo cual NO significa obligarlo) ofreciéndole nuevamente el
alimento, en muy pequeñas porciones (1/4 de cucharita será suficiente) hasta
que acepte sobretodo la textura.
El gusto por los alimentos en los
bebés podrá determinarse luego de haber probado el sabor del alimento unas 8 a
10 veces, si el bebé rechazara el alimento antes, sólo puede significar que no
está acostumbrado a la textura del mismo. Los bebés tienen preferencia por los
sabores dulces, por lo cual se recomienda introducir primero las frutas para
que se acostumbren a la textura, luego vegetales dulcotes y finalmente los
demás alimentos.
Durante esta etapa de transición
es muy importante que la hora de la comida del bebé sea especial, tomándose
precauciones para no tener interrupciones, contar con un ambiente tranquilo,
que la persona que lo vaya a alimentar esté tranquila para eliminar cualquier
motivo que pueda generar la ansiedad en el bebé. Muchas veces la expectativa
que tienen los padres ante la primera comida del bebé es transmitida a éste,
generando que el bebé rechace la comida con el fin de atraer la atención de sus
padres.
El rechazo a la comida no siempre
es falta de apetito, hay bebés que no quieren comer la comida pero si comen
dulces, galletas, jugos, etc., no debe darle golosinas al bebé antes de las
comidas, el azúcar y harinas que contienen les da una sensación de llenura.
Otra forma de rechazo a la comida
tiene que ver con el excesivo desgaste del físico, bebés muy activos estarán
muy cansados que querrán descansar antes que comer; en este caso se debe
alimentar al bebé luego de la siesta. Contrariamente un niño pasivo, no tendrá
mayor desgaste de energía y en consecuencia su apetito se verá disminuido; en
estos casos es recomendable estimular al bebé a realizar actividades como
jugar, hacer que salte con nuestra ayuda, salir de paseo porque la atención
también necesita de energía; bebés más grandes pueden caminar, trepar, ir a los
juegos, etc.
Los bebés y los niños son
imitadores por excelencia, si ve que usted separa las arvejas en su plato y no
las come, es casi seguro que sus hijos hagan lo mismo. Esta recomendación va
también para los modales en la mesa.
Sea cual fuera el motivo por el cual su hijo rechaza la comida o tiene poco apetito, usted puede ayudarlo: si es un bebé pequeño que se está iniciando en las comidas, combine sus papillas con leche materna lo cual ofrecerá un sabor familiar; para bebés más grandes puede combinar los alimentos nuevos con alimentos que ya le son familiares y le gustan, o puede incluir el alimento que no le gusta dentro de una preparación, por ejemplo, si no le gusta las papas, puede espesar la crema de verduras que le gusta con papas en vez de harina.
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